lunes, 28 de noviembre de 2011
Un poco de historia
La Historia del Kinder
Friedrich Wilhel August Froebel abrió el primer kinder en Alemania el 28 de Junio de 1840, en el Play and Activity Institute. En alemán, kinder traduce al jardín de los niños. Froeble reconoció que los niños necesitan un ambiente activo para aprender, y los animó a que aprendieran con la danza, música, actividades de jardinería, y juego. Como parte de filosofía de educación, desarrolló una serie de aprendizaje estructurado para motivar el aprendizaje con trabajos manuales y la exploración.
Margarethe Meyer Schurz se adelantó a la filosofía de Froebel cuando abrió el primer kinder en los Estados Unidos situado en Watertown, Wisconsin. Schurz elaboró el programa con su propio modelo de aprendizaje, al mismo tiempo que daba clases en su casa a sus cinco hijos.
El kinder hoy es parte del currículo pre-escolar en muchos países, pero en los Estados Unidos es el primer año de
aprenderán las bases matemáticas con la ayuda de objetos; aprenderán a ser atentos, y a tomar turnos cuando hablen. Aprenderán lo básico de la salud, de la buena alimentación, y a ejercitarse; aprenderán a expresarse usando palabras, arte visual, y música. Además aprenderán técnicas de computación y de lectura en la biblioteca. Y, finalmente, los niños aprenderán a hacer amistades, asistir a la escuela, y a estar lejos de los padres para así formarse en estudiantes productivos para el resto de sus vidas académicas.
Ahora me siento más tranquila con la transición a esta escuela de niños mayores. Mi hija ha logrado grandes amistades. Ya sabe como ir a la oficina, a la cafetería, y al patio de recreo. Está aprendiendo a identificar Texas en el mapa de los Estados Unidos, a sumar y restar números, como leer Clifford the Big Red Dog, y lo más importante, que se está divirtiendo al mismo tiempo que está formando la base del aprendizaje para el resto de su vida.
¿Por qué enseñar a ver qué hora es en relojes de manecillas?
Hace mucho que los relojes digitales comparten vitrinas con los relojes analógicos, haciendo más fácil la lectura de la hora al utilizar sólo números, lo que ha provocado que se cuestione su enseñanza con manecillas en los niños.
La tecnología digital está en todos los accesorios personales que usamos a diario y esa familiarización es mayor en los niños, que ven las agujas del reloj como un código anticuado y difícil de descifrar. En una sociedad en la que todo va más rápido y se exige rapidez, la hora analógica está perdiendo terreno.
Por otro lado, enseñar a los niños a ver la hora en el sistema analógico les permite desarrollar muchas habilidades. Pueden tener acceso a códigos de comunicación más elaborados para entender conceptos abstractos o nociones matemáticas como las fracciones, áreas, centros, secciones circulares y otras aplicaciones pedagógicas.
En un nivel superior, es un primer acercamiento al arte de la precisión mecánica, a la historia de la medición del tiempo y la valoración de las maravillas hechas a mano. Aunque es evidente la mayor dificultad de los relojes analógicos frente a la comprensión automática de la hora digital, esto mismo lo hace una manera eficaz de estimular la inteligencia en los niños.
Probablemente en el futuro los relojes analógicos o de manecillas terminen relegados a reinar en la relojería fina artesanal, mientras los relojes digitales dominen el mundo de las comunicaciones. Pero ambos juegan un papel importante en la sociedad y los niños deben tener la oportunidad de conocerlos y aprovecharlos
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